María Inés Cantera
Nació en Carmen de Patagones. Escribe desde hace más de veinte años. En 2009 publicó su primer libro de poesía El lugar guardado, en un trabajo colectivo que agrupa la obra de cinco poetas, editado por “El Camarote”. “Luz de invierno” es su primer libro en formato individual. Su trabajo ha sido siempre la docencia. Es Profesora en Letras. La poesía le habla a través de los animales, el cine, la voz de los otros, la luz de cada paisaje que late adentro y afuera, la marejada de silencio que se llega hasta su casa cada vez que se sienta a escribir.
Tantas veces
vi perros muertos al costado del camino
o en el medio de la ruta
un instante en que el vuelo
se detiene
y el mundo es otro
una vez
vi una paloma gris
estrellada en el asfalto
le temblaban las plumas con el viento
vi también
un gato siamés con collar rojo
no podía oír el llamado de la mujer
que esperaba a un gato siamés
como si fuera el amante
como si fuera el mundo entero.
Vi perros durante días y días
despellejarse, consumirse cadáveres
sin tener un pedazo de amor que los entierre.
Vi liebres encandiladas
en el sueño de la luna y el pasto tierno
No hay vuelta atrás cuando la luz te ciega.
No hay vuelta.
Por eso anoche íbamos mansamente
el R9 y yo respirándole secretos al silencio.
Y anoche mismo vi un cachorro muerto
con los ojos abiertos
con los ojos fijos
mirando el camino que ya no era.
como puñales
le brillaban los ojos
al cachorro
él mismo sorprendido
de su propia muerte.
Pensé en tantas veces de
cuerpos al costado de la ruta
o en el medio
pero nunca me habían puesto
ese torrente de luna vivo en cada ojo
ese brillo lunar en el camino.
Pensé en Atahualpa Martínez*
en el grito sagrado de su madre
y me aferré al volante
por abrazarme a algo
no más
y no caerme en la noche.
y me dije sin voz
como quien reza aguas adentro
de sus ojos
que estaba bien
que le escribiéramos poemas
fueguitos sagrados
al costado del camino
aunque no alcance.
Aunque no alcance.
María Inés Cantera
*Atahualpa Martinez, joven asesinado en Viedma, cuya muerte no ha sido esclarecida.
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Si alguien pudiera mirar desde afuera, desde algún rincón oscuro
del patio, vería proyectarse una vida distinta a la que ella percibe.
Ay, si pudiera verse a sí misma, en la ventana recién abierta
en la pared, el resplandor del fuego sobre los vidrios, en esta
noche de invierno en la que el último verso resbala de sus ojos,
verse así, abstraída del mundo, las luces color ámbar de la casa
arropándola dulcemente, mientras el viento afuera enloquecido
pelea contra sí mismo
y las palabras
en su gesto derramado
piden
no morir sobre la mesa
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Luz mora en el ventanal. En penumbrada. Mates fríos como tendales a la nada.
Muerde viento esa letra ahora mismo se está cayendo la casa de palabras.
En donde mora una luz habita Raúl. Autor de la casa que no escribe. De la pared que un domingo fue ventana.
Hablo para que no se (me) olvide tu imagen Raúl Cañumil midiendo la vida navegando penumbras acomodando tirantes
parte mía vuelve a océano cabalga con renglones que sobrevuelan de pronto se levanta bruma
esa luz mora deseo de tormenta dedo índice torcido recorre la palabra alba el color añil alumbra en silencio gracias por esta casa por la de otros
y se hace luz cocina que no escribe azul casi final casi revelación dice esta casa
mi papá Salvador antes que nada fue albañil fue constructor
y hay como un viento
que cruza la ventana, Raúl y anida por ahora en esta casa