Florencio José Malpica Hidalgo
Nationality: Venezuela
Email: florenciomalpica@yahoo.com
Nationality: Venezuela
Email: florenciomalpica@yahoo.com
Florencio José Malpica Hidalgo
Florencio José Malpica Hidalgo, nació en Canoabo, Venezuela, el 26 de enero de 1965. Egresó de la Universidad Simón Rodríguez, como Ingeniero de Alimentos, y se desempeña como profesor-coordinador del área técnicas de los alimentos, en la Escuela Técnica Carlos Sanda.
Ha colaborado con sus obras de poesía y cuentos en páginas web tales como: Textale.com, Falsaria.com, Unión hispano mundial de escritores, la poesía alcanza, entre otros.
Su página personal es www.letrasdecarbon.jimdo.com.
El mundo está pariendo una nueva era
a comienzos del tercer milenio cristiano.
Es la nueva era social.
Es una revolución comunicacional
donde impera la cibernética que gobierna este mundo virtual.
Que genera ondas turbulentas como, el mar, las olas
Que protestan, que escriben contra la adversidad
Que marchan por las calles tocando pitos y cacerolas
Que se sumergen en el laberinto informático investigando la verdad
Es la nueva era: El tiempo de las redes sociales,
interconectadas en el ciberespacio mundial de internet.
Facebook, Twitter, You tube, Instagram, Google +, Yahoo…
Donde se navega sin preciso mostrar un carnet
Donde convergen millones de gente como tu
Donde se subraya que no existe el amor
sobre las notas de un lujurioso reggaetón.
Donde alguien busca olvidar que una vez amo
en el eco triste de un mp3 con sabor a tambor.
En ese berenjenal virtual
entre , WiFi, RAM, Giga Hz y Terabytes,
me detuve en la página de una red social
donde una dama publicaba a todo portal.
«El mundo está perdido.
El odio, la locura y la muerte,
contra el amor persiste.
Yanquis y europeos hacen la guerra en ucrania.
En Irak, Obama y los Yihadistas reviven las cenizas
de Saddam, con bombas y crucifixiones,
y sobre suelo Palestino caen proyectiles sobre niños tristes3.
Niños tristes porque ya no tienen padres
Niños tristes porque ya no tienen escuelas
Niños tristes de ser blancos sin causa de esta impasible secuela.
¿Quién detiene este conflicto bélico?
¿Es que acaso el amor no existe?»
Un joven conectado al Facebook de la elocuente dama
le dijo que pusiera su fe en el alma de los pueblos,
que allí habitaba Dios;
y alegre, entusiasmado, añadió:
« ¡Si amiga! todavía existe el amor.
Hoy lo vi en el resplandor de su mirada,
en sus labios al desnudo, color natural,
en la sonrisa cálida que me regalo al pasar
mientras el viento alborotaba su pelo,
sus ojos huían del polvillo sobre sus pestañas
y sus manos bajaban con prisa y delicadeza
la falda que tercamente subía la brisa traviesa
que bajaba a raudales de la imponente montaña.
Lo vi cuando, ella, volteo su cara al cruzar la esquina,
y mi corazón golpeo pecho y costilla
y el aire de mis pulmones no encontró la escotilla
y las hojas secas hicieron un remolino con la ventisca
y su boca me dijo amor con la mudez de su sonrisa.
Y luego la calle quedo sola e inquieta
y mi cuerpo quedo sereno, con la soledad incierta,
y mi corazón rugió, como ruge la voz del poeta,
al ver mi alma marchar tras su sonrisa coqueta.»
Y entonces la dama le respondió el poético comentario
con irónica zalamería.
« ¡Y acaso tu amor, convertirá las bombas en blancas
palomas y así los detendrías!»
Y él escribió, pensando, aún, y con cierta melancolía.
«¡No!...Solo la unión de los pueblos lo apaciguaría
manifestando el amor de Cristo en contra de esta trágica epopeya,
y si quieren masacrar pueblos, aterrorizar continentes,
háganlo en nombre de sus líderes y del que gobierna
¡pero jamás en nombre de Dios!
en nombre de su energía divina que nos alivia y saca de pena.
Bendito sea Dios del pueblo de Abraham.
Bendito sea Dios de los coherederos con Jesucristo.
Benditos los pobres porque ellos pedirán y se les dará; y también
benditos los de buen corazón sin importar su rango material;
porque de ellos, todos, al final, será el cielo y la tierra.
Benditos los que claman por la paz
y los que lavan el rostro de los que duermen en el suelo
y los que van en contra de la bomba que aterra.
Porque amar la vida es amar el mundo
aunque los clavos ardientes perforen nuestras manos
y la vida se nos vaya con la lanza del tirano
que nos hiere y hierra;
porque Dios es símbolo de amor y no de venganza y guerra;
y no aceptara, nunca jamás, que mueran niños e inocentes
por viejas, y retoricas, querellas.»
En un santiamén
sus mensajes recibieron más de cien “me gusta”
y una retahíla de comentarios muy efusivos.
El muchacho agradecido
se despidió alzando su voz contra la miseria, y
la dama le dijo adiós y le prometió con palabras serias
que comenzaría a pregonar por las calles de mi tierra
¡Que viva la paz, abajo la guerra!
3. En memoria de los más de 538 niños palestinos muertos, cifras de UNICEF, como consecuencia de los ataques aéreos, y bombardeos, iniciados el 8 de julio del 2014.
Como no quererte
si te llevo en mi sangre.
Como no quererte
si das color a mi piel.
Le diste presencia a los abuelos,
y estas en mi hijo Carlos Daniel;
en sus piernas dos antílopes,
en sus brazos la fuerza de dos buey,
es mi hojarasquito del monte,
es mi querube, mi niño, mi rey;
como algodón es su pelo crespo,
naricita como un mamey,
ojitos de teque teque,
tez de caramelo y miel.
Como no quererte, África,
si corres en mis venas.
Como no quererte
si das color a mi piel.
A mi hijo, en el mes de la afrodescendencia en Venezuela.
III
¡Ohoo! Noche espesa y profunda,
negrura que oculta mi silueta,
manto que esconde la mano desnuda,
que acaricia tu cintura prieta.
Amor sabroso de piel de ébano,
de labios tintos como el café tostado,
discurres tu cuerpo desnudo al sereno,
es noche sin luna, noche de enamorados.
No hay cielo, todo espacio es penumbra,
y el blanco de tus dientes de perla,
el cocuyo inquieto que esta noche alumbra.
Ahora el silencio se traga nuestros besos,
y sobre el sempiterno horizonte lejano,
nace un leve destello de luz; luz de luna de queso.
2011, Año internacional de la afrodescendencia.