Fernando Ribeiro Saldaña
Poeta, nacido en Lima en 1977. Abogado de profesión, egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es miembro del grupo poético “Rara Avis”. Su primer libro de poemas inédito, de donde salen estos poemas (“vastos en su brevedad, coherentes en su dispersión”) se titula Sedición Del Relámpago.
SEDICIÓN DEL RELÁMPAGO
A Zurian Nacgha.
Proverbial nombre, figura musical,
espejismo fulminante.
Tritón desvanecido en un mar incestuoso.
Has incendiado una sinfonía de reptiles,
regresado de la música, destrozado
la realidad. Aire suspendido en mis huesos,
vuelo del poema que surge de tu nombre.
Estela solar, potente solsticio oscureciéndose
en ramas nocturnas.
Tormenta que bulle, morada invisible
donde escondo las raíces del canto.
Incendio, crisálida voraz, has recuperado
el signo de la muerte,
la máscara siniestra del sinsentido.
Medusa de imagen suspendida,
voz radiante y enjoyada piedra.
Cenagosa pradera de misterio, has recogido
las hierbas luminosas de la tempestad.
Percibido el temblor del bosque
el rumor de sierpes en el cielo;
o la extática belleza
de la poderosa sedición del relámpago.
LA MÚSICA, EL SILENCIO
“Viniste a posarte como la noche llama a las creaturas.”
EMILIO ADOLFO WESTPHALEN
La música, el silencio, el vaivén de las ramas,
las hojas de la reyerta.
Abanico de insomnios, espejismo.
Mi temperamento es leve ante la violenta
sacudida del relámpago.
Finalmente la oscuridad resplandece.
Crepúsculo donde renace lo inmóvil.
Bóveda del cielo, has prendido
la hierba luminosa de mis ojos hasta pulverizarla
en un instante, has anunciado
la eternidad. Has recorrido los mundos
colgado de las nubes, aceptado
su presencia, su finísima locura,
la desesperada abolición del dolor.
CAMINO ENTRE BOSQUES
Camino entre bosques perdido entre las piedras.
Lejos del silencio, me arrastro en la oscuridad y el misterio.
Asomo mis ojos al fuego,
enciendo la noche y me refugio en la tempestad.
Entonces comprendo que debo perseguir lo imposible, cerrar los ojos
ante la ausencia y el relámpago.
Vencido en la quietud instantánea, los colmillos de la muerte
agonizan en mi frente.